La vida, como muchas cosas, es una ocurrencia única. Cada decisión, cada momento, hasta incluso el mero hecho de haber nacido nos convierte a cada uno en un ser único que no volverá a ser visto jamás. Un amante de la vida y de lo bello, el aclamado artista y dibujante Hom Ngyuen realizó una colaboración con Franck Muller, la afamada casa relojera, para crear una pieza única que combina ambos creatividad y maestría.

Realizado sobre un Cintrée Curvex TM con un tourbillon a las 6 en punto, el retrato en cuestión es el rostro de un niño que se asoma sobre la carátula de esta singular pieza.  El movimiento en sí ya es algo peculiar: este movimiento de manufactura artesanal es nada más y nada menos que un Double Mystery, un movimiento insignia de la casa en el que las horas, en lugar de manecillas, se revelan al lector por medio de los discos giratorios que dan nombre a la complicación. Dibujado a mano sobre este peculiar dial, el niño mira al cielo tan sólo por unos segundos cada doce horas, cuando los discos se alinean perfectamente para dar a entender la forma de sus ojos. El efecto es una obra efímera y recurrente, tan única como la vida misma: un parpadeo, y ya no está ahí.

 La vida, como el tiempo, es algo efímero y que trasciende a través de las expresiones de sí misma con las artes. Este reloj, una más de las piezas maestras de Hom Nguyen, es un claro recordatorio de los instantes fugitivos que componen nuestro día a día.  Se exhibió en el World Presentation of Haute Horlogerie en una caja especialmente diseñada para él: un precioso estuche decorado con las caras de los niños que Nguyen conoció en Camboya, mismos que inspiraron esta pieza. Estará en exhibición por un año antes de ir a manos de su dueño, donde se convertirá seguro en una joya extraordinaria dentro de una colección privada.

Fotos: cortesía.


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