Cuando la artesanía británica se encuentra con la delicadeza del espíritu japonés, nace una obra que trasciende el tiempo: el Rolls-Royce Phantom Cherry Blossom. Inspirado en la tradición del Hanami —la contemplación de los cerezos en flor—, esta pieza única rinde homenaje a la belleza transitoria de la primavera y a la herencia emocional de una familia japonesa.

Encargado como legado personal, este Phantom Extended se convierte en un santuario móvil donde florecen más de 250,000 puntadas. En su interior, la cabina envuelve a los pasajeros bajo un dosel de sakura bordados, desplegados en el emblemático Starlight Headliner, los paneles traseros y la suite privada. Cada hilo da forma a un instante que solo dura una semana al año, pero que aquí se conserva para siempre.

Por primera vez, Rolls-Royce incorpora bordado escultórico tridimensional, una proeza artesanal que añade profundidad táctil y luz ambiental a cada pétalo. La técnica, inspirada en el tejido japonés tatami, convierte el interior en una galería viviente, donde cada detalle respira intención y serenidad.

En el exterior, una silueta en Crystal sobre Arctic White se adorna con una coachline pintada a mano que anticipa el jardín oculto en su interior. Incluso los paraguas integrados, con motivos de pétalos en caída, completan el gesto poético de esta creación.

Phantom Cherry Blossom no es solo un automóvil. Es un tributo rodante a la fragilidad de la belleza, un recordatorio de que los momentos más fugaces pueden ser los más eternos.

Fotos: cortesía.

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