La sastrería para hombre suele encontrarse a sí misma en una caja limitada y rígida. Trajes oscuros de dos y tres piezas, blazers, sacos, pantalones y camisas son todas las piezas que se encuentran en el aparador. Se conjuntan con corbatas coloridas para tener algo de personalidad. Pero, ¿qué más hay para explorar? ¿Qué más se puede contar a través de este paraje rígido y básico? Con frecuencia los niños, entendiéndose como no-adultos, se encuentran a sí mismos reacios a vestirse “como hombres”. Esto es especialmente notorio en el caso de los adultos jóvenes y los adolescentes, quienes pasan por un periodo de transición y experimentación amplia para construir su identidad personal, separada de sus padres, un esfuerzo para encontrarse a sí mismos, sólo para encontrarse con sus sueños empaquetados dentro de un traje oscuro de dos piezas al entrar a su primer trabajo. Sin expresión personal y piezas únicas, la ropa para hombre común no es particularmente atractiva para las personas jóvenes. ¿Qué pasaría si se toman estos códigos e ideas, concebidos alrededor de este traje tradicional de dos piezas, y se les separa del trabajo de oficina y negocios?
Esta es la pregunta que Virgil Abloh, director creativo detrás de las colecciones para hombre de Louis Vuitton, hace con su línea Otoño-Invierno 2020. Abloh emprende una travesía por los elementos clásicos de la oficina y la ropa formal para caballeros y los convierte en algo nuevo, los re-apropia y los re-codifica en algo precioso. Bajo la premisa de “¿qué haría un niño, un joven, si pudiera rehacer la imagen tradicional del hombre?”, Abloh presenta una serie de deconstrucciones de lo que la forma masculina suele ser.
El concepto de la deconstrucción y observar el pasado personal como un posible futuro se encarna en la invitación del show, un reloj que gira en reversa, aparentemente carente de funcionalidad, pero en su defecto aún marca la hora correcta dos veces al día. Este es un símbolo de deconstrucción y reconstrucción de los roles tradicionales a través del lente de la juventud y el éxito que de ello deviene.
Ocurriendo el 16 de enero del 2020, el espectáculo mostró a los modelos caminando a través de un paraje de ensueño, un Paraíso en la Tierra representado a través de azules profundos y nubes flotantes en cada una de las superficies del espacio. La pasarela se cimentó en el mundo onírico con el uso de herramientas gigantes, reproducciones magnas de elementos que se encontrarían en la mesa de cualquier sastre: reglas, tijeras, un martillo, hilo y aguja, y chinches, todas engrandecidas para constituir un ambiente d surreal a través del cual los modelos caminaron. Las paredes, el techo y el piso del espacio en Jardin des Tuileries en París recordaban a la icónica escena final de The Truman Show, creando una experiencia inmersiva para todos los invitados mientras se concentraban en los looks que pasan de lo más tradicional hasta lo más excéntrico.
Los primeros conjuntos son muy tradicionales, algo aburridos en comparación con los otros trabajos de Abloh, optando por colores camel, gris y azul en trajes simples, incluyendo sacos y abrigos. Sin embargo, la escena tuvo un cambio radical al momento que aparecen los primeros conceptos deconstruidos. Una gabardina de corte asimétrico en grises completo con un sombrero tejido en rosa brillante marcó el inicio de las piezas artísticas al ser seguido por las primeras piezas estelares: un conjunto de trajes de dos piezas craquelados y rotos, dando la apariencia de estar fracturados a lo largo y ancho de su superficie. El mismo concepto es explorado en un conjunto en degradé del marrón al azul, y una chamarra azul cielo con un saco en azul marino. Un traje de tres piezas en ombré desde el índigo hasta el blanco con textura granulada le sigue, ofreciendo una opción fresca para los conjuntos tradicionales.
La mezclilla de algodón tuvo una gran presencia en pantalones y blazers mientras que varios de los looks se completan con un sombrero de tejido de mohair. Abloh introduce poco a poco el color rosa brillante en los accesorios de cada conjunto como los guantes sin dedos y playeras para darle paso a un gran conjunto por completo en lana rosa. Una pieza que ejemplifica a la perfección la esencia de la colección es una camisa blanca en parches que expone su origen en su superficie: originalmente fue creada con varias camisas colocadas una sobre otra para crear esta pieza original. Algunas de las piezas más notables incluyen una chamarra en Calgan, una chamarra camello en nobuck con el patrón del Monograma Louis Vuitton, y un abrigo en piel de zorro metalizada con oro iridiscente. La mayoría de los conjuntos eran complementarios con accesorios como los zapatos Harness de Louis Vuitton en diferentes colores tanto contrastantes como análogos, y mochilas, bolsas de mano, y bolsas con los monogramas LV en diferentes colores y acabados. Clips de corbata, anillos, mancuernas y aretes en acabados metálicos de cerámica también tuvieron su lugar estelar acompañando las creaciones de Abloh.
Las auténticas joyas de la corona fueron las piezas finales de la colección. Primero, Chamarras, chaquetas y camisas con un corte tradicional, pero bordes garigoleados y decorados con amplios volantes y mangas a juego hicieron su aparición para llevar la atención hasta las siguientes piezas, inauguradas por un conjunto de chamarra y camisa bordadas con lentejuelas esparcidas para parecer nieve y brillos sobre la ropa. La siguiente pieza notoria fue una camisa blanca hecha de popelín de algodón, construida como si Abloh hubiera tomado un trozo de encaje y lo hubiera agrandado hasta su máxima capacidad. Los últimos siete conjuntos fueron las estrellas, compuestas de trajes de dos y tres piezas, camisas, calcetas, sudaderas, impermeables, chamarras, pantalones y sacos en un estampado completo de nubes blancas sobre fondo azul que reflejaron el entorno. Completados con clips para corbata LV en arcilla y terminado de metal cerámica, bolsas de mano, portafolios, fundas para celular y zapatos en colores concordantes con aplicaciones de cristal, estos ensambles robaron la respiración de todos los espectadores desde el primer momento.
Virgil Abloh vuelve a revolucionar la industria de la moda masculina y crea una nueva gama de posibilidades para los hombres. La moda tiende a poner a los caballeros en segundo plano con conjuntos homogéneos y aburridos, pero Abloh acaba de probar de nuevo que el enfoque es lo que importa cuando se trata de romper esquemas. Tomar un punto de vista poco convencional y usarlo para evaluar y construir nuevas narrativas e identidades da como fruto resultados increíbles. A sabiendas de cómo se compone su colección Primavera-Verano 2021, con su esencia infantil, esta temporada Otoño-Invierno 2020 es un paso lógico en la carrera de Abloh. Sólo queda ver qué seguirá en las colecciones venideras con respecto a la exploración de la niñez masculina que Virgil Abloh ha marcado con su paso por Louis Vuitton.
Fotos: Alessandro Lucioni / Gorunway.com
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