Italia se caracteriza por ser la cuna de muchas de las formas de arte, desde la pintura y la escultura hasta la danza en sus diferentes variantes: clásica, moderna contemporánea, e incluso con exponentes en la danza urbana. Sin embargo, el estandarte italiano es el ballet, cuyos orígenes se encuentran en el Renacimiento Italiano durante los siglos XV y XVI y se extendió hasta Francia con la ayuda de Catherine de Medici, donde el ballet se desarrolló aún más bajo su influencia aristocrática. El ballet del Renacimiento es muy diferente a la forma de entretenimiento teatral conocido por el público contemporáneo, ya que los tutús y las zapatillas de ballet aún no eran parte del vestuario de un bailarín de esos tiempos y las coreografías se adaptan a los pasos de baile de la corte.
Actualmente, el ballet tiene exponentes a nivel internacional en los escenarios más prestigiosos del mundo y uno de ellos es el bailarín italiano Roberto Bolle. Descubriendo su pasión por la danza cuando era muy joven, comenzó a estudiar en Piamonte, su región de origen, hasta los 12 años cuando ingresó en la Escuela de Ballet del Teatro La Scala de Milán. La última vez que Rudolf Nuréyev se presentó en el Teatro La Scala para poner en escena su producción de Cascanueces, él, que en ese momento era considerado una leyenda, vio a Roberto en el estudio y le pidió al joven de quince años, profundamente emocionado, que hiciera algunos ejercicios en la barra. Después de algunos días, Nuréyev lo eligió para interpretar a Tadzio en Death in Venice. Este encuentro iba a influir para siempre en el destino de Roberto. Con sólo veinte años, Roberto debuta en el papel protagónico de Romeo, y Elisabetta Tárabust lo promovería como bailarín principal, comenzando una destacada carrera internacional.
Roberto interpretó a Sigfried por primera vez junto a la estrella internacional Altynai Asylmuratova en la sala de conciertos inglesa más importante del país, en una gran producción nueva de Derek Deane, que incluyó 70 cisnes, acróbatas y malabaristas. Por primera vez el joven artista italiano, de tan solo veintidós años, conoció a algunos miembros de la Familia Real como la Princesa Margarita y la bella e inolvidable Lady Diana. En 1998 Roberto bailó en Aida en El Cairo, que fue la primera vez en 50 años que esta producción se realizó allí. Las pirámides de Keops y Kefrén prepararon el escenario y fueron un telón de fondo excepcional para Aida.
Después de tres años de restauración, la Royal Opera House abrió la temporada y celebró su reapertura con El Cascanueces. Roberto fue invitado a bailar en el prestigioso teatro por primera vez con Darcey Bussell. Desde esta actuación, la asociación excepcional con Darcey ha continuado y han bailado juntos en muchos ballets clásicos y contemporáneos. Además, fue elegido Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, e interpretó el pas de deux del Cisne Negro con Zenaida Yanowsky en el fabuloso escenario de la sala del trono del Palacio de Buckingham.
Roberto Bolle cumplió 46 años el 26 de marzo con importantes logros y premios obtenidos en su dilatada carrera en la danza. Fue el primer bailarín principal del American Ballet Theatre de Nueva York. Roberto Bolle anunció en noviembre pasado su futuro retiro de la escena en una entrevista televisiva: “Los bailarines se jubilan a los cuarenta y siete años, así que yo me jubilaré en 2022. Entiendo que es extraño decir que a esta edad alguien se jubila, ya que una edad biológica es joven. En realidad, ya no somos tan jóvenes, porque la carrera de un bailarín, como la de un deportista, empieza muy pronto”. Roberto Bolle deja todo un legado al ballet y bailarines italianos e internacionales que luchan por conseguir y estar en los escenarios más valiosos de la danza clásica.
Fotos: cortesía.
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